El golpe de Estado militar ocurrido en Níger en julio pasado generó el rechazo de otros países miembros de la Comunidad Económica de Estados de África Occidental (CEDEAO), pero no puso fin a la serie de revueltas que azota el continente. Un nuevo episodio de la toma del poder político por jefes castrenses tuvo lugar anoche en Gabón, sumándose a la tendencia de la región.
El número total de golpes de Estado en los países africanos a lo largo de la historia ronda el centenar.
Gabón
Tras enterarse de que el presidente Ali Bongo Ondimba, en el poder desde octubre de 2009, había ganado en las recientes elecciones un tercer mandato con más del 64 % de los sufragios, los militares anularon los resultados. Además, este 30 de agosto cerraron las fronteras, disolvieron el Gobierno, el Senado, la Asamblea Nacional, el Tribunal Constitucional, el Consejo Económico y Social y el Consejo Electoral. El mandatario se encuentra bajo arresto domiciliario, mientras que el general Brice Oligui Nguema «asumió la responsabilidad de dirigir el país», a la cabeza del recién establecido Comité para la Transición y la Reconstrucción de las Instituciones del Estado.
Níger
Soldados de la guardia presidencial de Níger detuvieron el 26 de julio de 2023 a su mandatario Mohamed Bazoum, electo en febrero de 2021, dentro del palacio presidencial en Niamey. El jefe de la guardia, el general de brigada Abdourahmane Tchiani, encabezó el golpe y se autoproclamó presidente del Consejo Nacional para la Salvaguardia de la Patria dos días después. El militar sostuvo que actuó para evitar «la desaparición gradual e inevitable» del país.
El 10 de agosto el jefe de la junta militar ordenó formar un Gobierno de transición. Desde el viernes pasado, las Fuerzas Armadas de Níger se mantienen en estado de alerta máxima ante el peligro de una intervención externa por parte de la CEDEAO y los eventuales ataques del contingente militar de Francia desplegado en el país.
Burkina Faso: dos golpes consecutivos
El 23 de enero de 2022, un levantamiento comenzó en varias bases militares de Burkina Faso y, al día siguiente, los sublevados detuvieron al presidente Roch Marc Christian Kaboré, en funciones desde 2015 y el primero en ser democráticamente elegido desde 1966. Un grupo de militares liderado por el teniente coronel Paul-Henri Damiba fundó el Movimiento Patriótico para la Salvaguardia y Restauración, suspendió temporalmente la Constitución, disolvió el Gobierno y el Parlamento, y ordenó el toque de queda. Sin embargo, el 31 de enero la vigencia de la carta magna fue restablecida y Damiba ocupó la presidencia.
Su desempeño como jefe de Estado duró poco más de seis meses, en medio de la creciente insurgencia yihadista en el país. El 30 de septiembre de ese año, un grupo de militares anunció su dimisión. El capitán del Ejército Ibrahim Traore fue proclamado el nuevo líder del movimiento patriótico y de la nación.
Damiba aceptó su destitución y se marchó de Burkina Faso. A su vez, las nuevas autoridades interinas prometieron observar un cronograma previamente acordado de regreso a las elecciones democráticas para julio de 2024.
Guinea
El 5 de septiembre de 2021, un grupo de militares encabezados por el teniente coronel y exlegionario francés Mamadi Doumbouya alejó del poder al presidente Alpha Condé —quien estaba en el cargo desde 2010—, suspendió el orden constitucional y disolvió el Parlamento y el Gobierno. Los sublevados explicaron que su objetivo era superar la complicada situación política y económica del país.
La junta militar se proclamó como Comité Nacional de Reconciliación y Desarrollo y estableció el plazo de 18 meses para el período de transición. Tras un proceso de ‘refundación’ del Estado, la junta prometió organizar elecciones y entregar el poder a civiles en un plazo de dos a tres años.
Mali: dos golpes consecutivos
Una sublevación militar del 18 de agosto de 2020 en Mali comenzó con la toma del Estado Mayor General y culminó con la creación de un Comité Nacional para la Salvación del Pueblo, pasando por la destitución del presidente Ibrahim Boubacar Keita, quien gobernaba desde 2013.
Bajo la presión de la CEDEAO, el líder del golpe, el coronel Assimi Goita, promovió para la presidencia interina al exministro de Defensa Ba N’Daou, pero este desempeñó como jefe de Estado solo entre el 21 de septiembre de 2020 y el 24 de mayo de 2021, cuando fue detenido por los jefes castrenses, que lo obligaron a dimitir.
En este segundo golpe de Estado asumió el poder Goita, cuyas funciones de presidente interino fueron ratificadas por la Corte Constitucional.
Sudán
Los militares sudaneses apartaron del cargo y arrestaron el 11 de abril de 2019 al entonces presidente Omar al Bashir, quien llegó al poder por medio de un golpe militar en 1989, cuando era brigadier general del Ejército.
La crisis económica, social y política que se desencadenó en diciembre de 2018 con motivo de una subida de precios de los alimentos básicos y combustible fue una de las causas de este cambio. Después de que comenzaran las protestas con reclamos para la dimisión del Gobierno, los militares se pasaron del lado de los manifestantes. Un Consejo Militar Transitorio ejerció el poder supremo entre el día del golpe y el 20 de agosto de 2019, cuando fue reemplazado por el Consejo Soberano de Sudán. El organismo estaba conformado por 11 miembros, cinco de ellos militares, y asumió la dirección durante un período de transición, que no ha terminado hasta el momento.
Zimbabue
El 15 de noviembre de 2017, el Ejército de Zimbabue puso bajo arresto domiciliario a Robert Mugabe, quien estuvo en el poder durante 37 años (entre 1980 y 1987 como primer ministro). Su decisión de destituir nueve días antes al primer vicepresidente Emmerson Mnangagwa le costó el liderazgo en la gobernante Unión Nacional Africana de Zimbabue-Frente Patriótico y la jefatura del Estado. El 21 de noviembre de aquel año, el propio Mugabe envió su carta de dimisión al Parlamento.
Mnangagwa fue juramentado como el nuevo presidente del país el 24 de noviembre y un día después la Corte Suprema dictaminó que la actuación de los militares había sido legítima. No obstante, luego de medio año, el jubilado líder zimbabuense afirmó en una entrevista que era precisamente un golpe de Estado y una «deshonra» que su pueblo no merecía y que se debería «deshacer».